Continuando con el proceso inicial de plantación, nuestros olivos se plantan en hileras distanciadas entre sí 3,5 metros para conseguir que la insolación de la masa vegetal sea la idónea. En esta fase, se procede a la instalación de una espaldera de armazón de alambre que sirve para sujetar el plantón con un testigo, que favorezca el crecimiento del arbolito siempre hacia arriba. El ciclo de crecimiento de la planta lo regulamos gracias a la instalación de un sistema de riego por goteo (además de por la poda de la que se hablará posteriormente) que es controlado automáticamente. Por dicho sistema se procede a la fertirrigación (sistema de abonado por goteo) en su momento de los olivos. Llegado su momento, a los dos o tres años de consolidación de la planta, se procede a la poda, proceso por el cual, se conseguirá, la formación de un seto de masa vegetal, que permitirá la cosecha por máquinas destinadas a tal efecto que hará que el fruto se pueda recoger en su mejor estado de maduración, impidiendo, como ocurre en los procesos manuales de recogida, el que el fruto no tenga una calidad homogénea: caídas, recogida, higiene, etc. Una vez recogido por la máquina, el fruto pasa inmediatamente a almazara donde se muele al momento, transcurriendo entre la recogida y la entrada en el proceso de fabricación no más de dos horas.
La aceituna que producimos pasa directamente a máquina sin ningún proceso de manipulación humana, permitiendo un óptimo estado de limpieza del fruto, de ahí pasa al proceso mecánico de extracción, obteniéndose aceite de oliva virgen extra y no utilizando procesos posteriores de extracción o mezcla para obtener productos de calidad inferior: aceites lampantes u orujo de oliva, etc. Nuestro potencial productivo de aceite de calidad, de mínima acidez,-en torno a 0,1º-, y calidades organolépticas óptimas.
